el arroyo
el verano
el río mostraba aguas esta vez marrones
y él tenía tanta sed
tanta urgente necesidad de agua
tenía una mano aplastada contra la sien
y mil pensamientos en espiral
repitiéndose incansables
yo le di agua, le di viento y otra vez sed
lo sentí como si me hubiera azotado un huracán
él y el verano
el mismísimo río
habíamos dejado el deseo
suspendido en el aire
habíamos jurado algo que ni siquiera recuerdo
junto al río
tal vez al lado de una montaña
pero el desierto la sed
el río seco
nada
ni una ventana por donde mirar agua
ni lluvia ni danzas
nada
nada y el cielo abierto
y el sol haciéndonos achinar los ojos
y ya ni mirarnos podíamos
teníamos los ojos ciegos
la sed el sol
la nada